INTANGIBLES
Fotografía: Bárbara Muñoz
Lo intangible es lo que existe aunque pocos
lo vean. En ese escaparate de lo intangible, nos hemos acostumbrado a meter
muchas cosas importantes: Dios, el alma, el amor, la amistad, los sentimientos,
la lealtad, las esencias, los procesos, la luz, el sonido. Muchas de esas cosas
que necesitamos para nuestra calidad de vida, la mayoría son intangibles. Sin
embargo seguimos aferrados a lo grueso, al volumen, a la medida, a lo práctico.
Porque si no vemos, no creemos. Si no medimos, no pensamos y a lo mejor se nos
dice que no somos científicos, porque nuestra cultura es la de “ver para
creer…”, “medir para tener certeza…”. En el mundo del i-pod, y el blackberry,
todo tiene que ser tecnológicamente pesado, validado… y bajo la rigidez de la
cinta de medición, hemos intentado desmontar los mitos, los misterios, los
principios y muchos de nuestros valores, aunque aún nos queda mucho camino por
recorrer. ¿Dónde han ido a parar la fe, la esperanza, la caridad, virtudes que
para tener sentido, no necesitan de comprobaciones, ni de argumentos, ni
disquisiciones? Soy de los que piensan que hemos llegado a un punto de quiebre,
porque hemos dejado a un lado virtudes y valores humanos fundamentales para
construir una sana convivencia social y para la tolerancia y el buen
entendimiento, pero como no las vemos, las descalificamos. Y ahora como dice
George Ainsworth-Land, en su libro “Crecer o morir…” hemos llegado a la raya, o
seguimos afirmando nuestra racionalidad por encima de la humanidad dejando a un
lado ese mundo de los intangibles que necesitamos para crecer y para
relacionarnos y para creer en nosotros mismos y en el otro. Y si no nos vamos
por el despeñadero de lo racional. Una pareja depende de muchos intangibles,
una familia, una empresa, la comunidad son una maraña de intangibles, una
comunidad son millones de intangibles que independientemente que los tomemos en cuenta o no, que creamos
en ellos o no, hacen un trabajo de filigranas, definen los caminos y determinan
nuestros comportamientos, dándonos los beneficios que todos queremos: contacto,
abrazos, amistades, compañía, relación, confianza, sexo y orgasmo. Freud y
otros salieron por la vía de escape, llamando a todo ese mundo “el
inconsciente”. En momentos de crisis, lo primero que tendríamos que movilizar
es la energía mundial- la financiera por ejemplo- pero podría ser cualquiera de
las otras crisis- : la política, la social, la ecológica son la expresión del
desprecio por lo intangible, del descuido por lo pequeño, de las violaciones a
las pautas ecológicas y éticas, no importa que lo llamamos vaguada, huracán,
terremoto, ciclón, deslave o tsunami…pirámide de Madoff, o cualquiera otra
operación tramposa de unos cuantos “genios de la riqueza rápida”, todas esas
crisis tienen que ver con haber ignorado lo básico, los pequeños intangibles,
lo ético, lo ecológico que mueven el universo, que dan vida, color, sentido a
todo el universo. Con escasa conciencia y mucha ignorancia hemos dejado de ser
parte del universo y nos hemos quedado separados del sistema total,
desprendidos en el espacio como “basura cósmica”, sin conciencia, ni
significado. Nada es casual. Nada es pequeño. Todo está interrelacionado. Cada
pieza tiene su valor, cada persona su propio significado. Si hay algo
verdaderamente importante es el lenguaje de un universo que nos reclama a
diario, nuestra inconsciencia, la violación de las pautas y de las normas
ecológicas, de lo intangible que mantiene el orden y el equilibrio.
La piel está llena de intangibles, desde las
bacterias que nos invaden hasta los millones de poros a través de los cuales
nos comunicamos con el universo en su totalidad y los procesos de todo tipo que
nos recorren por dentro y por fuera., de arriba abajo, escondiendo muchas
verdades de lo que somos. Mi cuerpo contiene muchos intangibles. Mi cuerpo
termina siendo la caja negra, registro implacable de nuestras riquezas y
sentimientos, de nuestros amores y rencores e incongruencias y faltas y
accidentes que algún día se convertirán en síntomas y enfermedades…aunque
podríamos traducirlas en aprendizajes para el cambio. Y aunque soy el
propietario de todos esos intangibles, muchos han decidido ser “analfabetas de
sus propios procesos”, permaneciendo ignorantes de sí mismo, de su experiencia,
de cuanto les sucede a diario… incompetentes para alinearse con la vida y las
pautas del universo que crece. Me imagino que si cada día soy más ignorantes,
cada día seré más víctima de otros miles de intangibles que afectan mi calidad
de vida y cada día la vida tendrá menos valor y sentido, hasta que nos
enfrentemos a la última gran experiencia de la muerte que será el último gran
intangible que tendremos que enfrentar. Necesito darme una oportunidad más,
quizás la última para volver al contacto con mis intangibles, para conocer mi
desalineación y escasa óptica de vida, de mi pobre calidad de vida, de los
impases energéticos y de la incomunicación y de la frustración y de la soledad
y de las mil auto manipulaciones y polaridades no resueltas que me destruyen y
aniquilan.
El gran secreto para una gerencia con éxito
es aprender a leer los procesos, los intangibles, una oportunidad para
reemprender el camino del crecimiento y de la sabiduría. Los hombres sabios de
todas las culturas, eran las shamanes, los brujos los sacerdotes, los adivinos
lo que tenían conciencia de lo intangible, y pasaban la vida descifrando
mitos y rituales para traducir e
interpretar los procesos de la vida. Y en eso el primitivo, el de las cuevas,
nos aventajaba con creces y nos dejó dibujos y jeroglíficos en las paredes de sus
cavernas con sus interpretaciones de los que ellos sentían aunque no veían y de
sus rituales en noches de luna, cuando se asomaban por las ventanas del
firmamento –las estrellas- para entrar en contacto con los intangibles leyendo
la buena y mala suerte, descubriendo en el fenómeno natural –el fuego, -las
fuerzas para crecer y combatir el mal y atraer el bien. El hombre moderno con
tanta tecnología, celulares, computadoras, está más perdido que el hombre de
hace 2000 años en contacto con el universo, y con la ecología de la unidad
sagrada. ¿De qué nos ha servido tanto progreso si hemos terminado donde menos
hemos querido en la ignorancia de nosotros mismos, en la violencia de la
exclusión, de la pobreza, en las guerras sin sentido por el control, y la ideología,
en el irrespeto, en el no contacto, y la ausencia del diálogo?
Mientras más cultos nos creemos, somos más
ignorantes, porque con frecuencia perdemos contacto con lo obvio encallándonos
en los prejuicios y en la tolerancia. Hasta que no rescatemos el valor de los
intangibles, no haremos contacto con nosotros mismos, ni con el otro, ni con la
vida, ni con la complejidad, ni la diversidad que nos rodea y seguiremos en el
cultivo de la violencia de lo impuesto, porque nos hemos alejado de la humildad
para confiar y para hacer contacto y poder crear nuevas alternativas. No
necesito ni la máquina, ni el decodificador, ni el internet, ni el twitter para
saber lo que siento o lo que el otro piensa. Lo que nos queda es volver al
elemental “yo soy yo y tú eres tú”, para hacer contacto con los intangibles de
la paz y de la convivencia social. Volver a lo intangible, es el único camino
para volver a enamorarnos del amor, y volver a respetar los vientos y los mares
y las aguas y la ecología de las montañas y bosques y volver al verde e
integrarlo en algo que tenga pleno sentido y así desde esa visión cósmica y
podamos gerenciar los procesos con nuestros valores y tradiciones.
Manuel Barroso & Asociados, 2000.
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