jueves, 12 de septiembre de 2013

INTANGIBLES

INTANGIBLES

Fotografía: Bárbara Muñoz
Lo intangible es lo que existe aunque pocos lo vean. En ese escaparate de lo intangible, nos hemos acostumbrado a meter muchas cosas importantes: Dios, el alma, el amor, la amistad, los sentimientos, la lealtad, las esencias, los procesos, la luz, el sonido. Muchas de esas cosas que necesitamos para nuestra calidad de vida, la mayoría son intangibles. Sin embargo seguimos aferrados a lo grueso, al volumen, a la medida, a lo práctico. Porque si no vemos, no creemos. Si no medimos, no pensamos y a lo mejor se nos dice que no somos científicos, porque nuestra cultura es la de “ver para creer…”, “medir para tener certeza…”. En el mundo del i-pod, y el blackberry, todo tiene que ser tecnológicamente pesado, validado… y bajo la rigidez de la cinta de medición, hemos intentado desmontar los mitos, los misterios, los principios y muchos de nuestros valores, aunque aún nos queda mucho camino por recorrer. ¿Dónde han ido a parar la fe, la esperanza, la caridad, virtudes que para tener sentido, no necesitan de comprobaciones, ni de argumentos, ni disquisiciones? Soy de los que piensan que hemos llegado a un punto de quiebre, porque hemos dejado a un lado virtudes y valores humanos fundamentales para construir una sana convivencia social y para la tolerancia y el buen entendimiento, pero como no las vemos, las descalificamos. Y ahora como dice George Ainsworth-Land, en su libro “Crecer o morir…” hemos llegado a la raya, o seguimos afirmando nuestra racionalidad por encima de la humanidad dejando a un lado ese mundo de los intangibles que necesitamos para crecer y para relacionarnos y para creer en nosotros mismos y en el otro. Y si no nos vamos por el despeñadero de lo racional. Una pareja depende de muchos intangibles, una familia, una empresa, la comunidad son una maraña de intangibles, una comunidad son millones de intangibles que independientemente  que los tomemos en cuenta o no, que creamos en ellos o no, hacen un trabajo de filigranas, definen los caminos y determinan nuestros comportamientos, dándonos los beneficios que todos queremos: contacto, abrazos, amistades, compañía, relación, confianza, sexo y orgasmo. Freud y otros salieron por la vía de escape, llamando a todo ese mundo “el inconsciente”. En momentos de crisis, lo primero que tendríamos que movilizar es la energía mundial- la financiera por ejemplo- pero podría ser cualquiera de las otras crisis- : la política, la social, la ecológica son la expresión del desprecio por lo intangible, del descuido por lo pequeño, de las violaciones a las pautas ecológicas y éticas, no importa que lo llamamos vaguada, huracán, terremoto, ciclón, deslave o tsunami…pirámide de Madoff, o cualquiera otra operación tramposa de unos cuantos “genios de la riqueza rápida”, todas esas crisis tienen que ver con haber ignorado lo básico, los pequeños intangibles, lo ético, lo ecológico que mueven el universo, que dan vida, color, sentido a todo el universo. Con escasa conciencia y mucha ignorancia hemos dejado de ser parte del universo y nos hemos quedado separados del sistema total, desprendidos en el espacio como “basura cósmica”, sin conciencia, ni significado. Nada es casual. Nada es pequeño. Todo está interrelacionado. Cada pieza tiene su valor, cada persona su propio significado. Si hay algo verdaderamente importante es el lenguaje de un universo que nos reclama a diario, nuestra inconsciencia, la violación de las pautas y de las normas ecológicas, de lo intangible que mantiene el orden y el equilibrio.

La piel está llena de intangibles, desde las bacterias que nos invaden hasta los millones de poros a través de los cuales nos comunicamos con el universo en su totalidad y los procesos de todo tipo que nos recorren por dentro y por fuera., de arriba abajo, escondiendo muchas verdades de lo que somos. Mi cuerpo contiene muchos intangibles. Mi cuerpo termina siendo la caja negra, registro implacable de nuestras riquezas y sentimientos, de nuestros amores y rencores e incongruencias y faltas y accidentes que algún día se convertirán en síntomas y enfermedades…aunque podríamos traducirlas en aprendizajes para el cambio. Y aunque soy el propietario de todos esos intangibles, muchos han decidido ser “analfabetas de sus propios procesos”, permaneciendo ignorantes de sí mismo, de su experiencia, de cuanto les sucede a diario… incompetentes para alinearse con la vida y las pautas del universo que crece. Me imagino que si cada día soy más ignorantes, cada día seré más víctima de otros miles de intangibles que afectan mi calidad de vida y cada día la vida tendrá menos valor y sentido, hasta que nos enfrentemos a la última gran experiencia de la muerte que será el último gran intangible que tendremos que enfrentar. Necesito darme una oportunidad más, quizás la última para volver al contacto con mis intangibles, para conocer mi desalineación y escasa óptica de vida, de mi pobre calidad de vida, de los impases energéticos y de la incomunicación y de la frustración y de la soledad y de las mil auto manipulaciones y polaridades no resueltas que me destruyen y aniquilan.

El gran secreto para una gerencia con éxito es aprender a leer los procesos, los intangibles, una oportunidad para reemprender el camino del crecimiento y de la sabiduría. Los hombres sabios de todas las culturas, eran las shamanes, los brujos los sacerdotes, los adivinos lo que tenían conciencia de lo intangible, y pasaban la vida descifrando mitos  y rituales para traducir e interpretar los procesos de la vida. Y en eso el primitivo, el de las cuevas, nos aventajaba con creces y nos dejó dibujos y jeroglíficos en las paredes de sus cavernas con sus interpretaciones de los que ellos sentían aunque no veían y de sus rituales en noches de luna, cuando se asomaban por las ventanas del firmamento –las estrellas- para entrar en contacto con los intangibles leyendo la buena y mala suerte, descubriendo en el fenómeno natural –el fuego, -las fuerzas para crecer y combatir el mal y atraer el bien. El hombre moderno con tanta tecnología, celulares, computadoras, está más perdido que el hombre de hace 2000 años en contacto con el universo, y con la ecología de la unidad sagrada. ¿De qué nos ha servido tanto progreso si hemos terminado donde menos hemos querido en la ignorancia de nosotros mismos, en la violencia de la exclusión, de la pobreza, en las guerras sin sentido por el control, y la ideología, en el irrespeto, en el no contacto, y la ausencia del diálogo?

Mientras más cultos nos creemos, somos más ignorantes, porque con frecuencia perdemos contacto con lo obvio encallándonos en los prejuicios y en la tolerancia. Hasta que no rescatemos el valor de los intangibles, no haremos contacto con nosotros mismos, ni con el otro, ni con la vida, ni con la complejidad, ni la diversidad que nos rodea y seguiremos en el cultivo de la violencia de lo impuesto, porque nos hemos alejado de la humildad para confiar y para hacer contacto y poder crear nuevas alternativas. No necesito ni la máquina, ni el decodificador, ni el internet, ni el twitter para saber lo que siento o lo que el otro piensa. Lo que nos queda es volver al elemental “yo soy yo y tú eres tú”, para hacer contacto con los intangibles de la paz y de la convivencia social. Volver a lo intangible, es el único camino para volver a enamorarnos del amor, y volver a respetar los vientos y los mares y las aguas y la ecología de las montañas y bosques y volver al verde e integrarlo en algo que tenga pleno sentido y así desde esa visión cósmica y podamos gerenciar los procesos con nuestros valores y tradiciones.


Manuel Barroso & Asociados, 2000.




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