Por Omar
Muñoz Ramírez*
“La inteligencia fracasa
cuando es incapaz de ajustarse a la realidad, de
comprender lo que pasa o lo que nos pasa, de solucionar los problemas afectivos
o sociales o políticos; cuando se equivoca sistemáticamente emprenden metas
disparatadas, o se empeña en usar medios ineficaces; cuando desaprovecha las
ocasiones, cuando decide amargarse la vida; cuando
se despeña por la crueldad o la
violencia”.
José Antonio Marina, en La
inteligencia fracasada.
De la cita escogida hay un par de términos
claves para abordar la misma y asumirla en toda su extensión. Es el llamado a
centrarnos en la inteligencia con que actuamos y en la realidad que pretendemos interpretar, entendiendo que existen distintos planos para aproximarnos a una
realidad determinada, tantos que sólo podríamos hablar de una realidad cuando
exigimos su validación a partir de la específica experiencia vivencial, académica,
teórica o especulativa de quien lo exige. También partimos de la condición
humana del ser inteligente y la posibilidad que el ejercicio de la misma conlleve a lograr
los objetivos propuestos, si aceptamos con el profesor Marina que dice: “Llamo inteligencia
a la capacidad de un sujeto para dirigir su comportamiento, utilizando
la información
captada, aprendida, elaborada y producida por sí mismo”. Mientras que para Humberto
Maturana la Inteligencia es “la plasticidad conductual en un mundo cambiante”.
Se trata,
entonces, de validar el comportamiento que asumimos a partir de la calidad y confiabilidad de la información que manejo
frente a la percepción de los cambios de nuestro mundo que gatillan nuestra conducta.
Veamos un poco más detenidamente estas aseveraciones,
en el marco de lo que actualmente sucede en Venezuela. De una manera precisa,
quiero compartir mi visión de lo que aquí sucede en el entendido que lo hago
atendiendo a mi carga emocional, desde donde razono, así como desde el conjunto
de teorías y visiones que me he formado a partir de mi vivencia académica y
personal.
En este sentido, estoy convencido que existen motivos
para protestar. La protesta, como tal, ha sido una práctica que los
universitarios en particular hemos ejercido en algún momento. Nuestras
protestas siempre han tenido fines reivindicativos o políticos claros, transparentes
e, incluso, invocábamos el respaldo de la opinión pública contra una ley en
particular, por más presupuesto o por mejoras salariales. Hoy en la “protesta” hay
ausencia total de consignas reivindicativas. Sin embargo y a pesar de ello, existe una agenda de exigencias que debe ser
atendida y donde no se perciben interlocutores entre el gobierno y la sociedad
en general. Seguramente, podrán ser atendidas para bien de todos: eficiencia en
la gestión pública, garantía de la seguridad de las personas y los bienes,
planes y acciones contundentes contra la corrupción, garantías de expresión
plural en los medios públicos, seguridad alimentaria, mayores resultados contra
la inflación vía el estímulo a la producción interna, participación plural en
los órganos de control, etc, son temas que podrían estar en una agenda
compartida, desde la Asamblea Nacional y en grupos de trabajo, al final del día
ganaría la sociedad en general y mejoraría la capacidad de gestión del
gobierno.
Cuando hoy se
invoca la salida del Presidente como única razón de la “protesta” no sólo se
ponen de lado problemas enunciados y otros que seguramente existen, sino que se
transgreden las normas constitucionales que de manera democrática nos hemos
dado. Bien sabemos que la Constitución sirve de marco general que pauta la
convivencia entre los habitantes de un país, y muy especialmente, la nuestra
por ser producto de una amplia participación de todos. En consecuencia, al
querer desconocer el marco constitucional para alcanzar los fines políticos que
persiguen, se provoca mediante la acción foquista el ejercicio del terror para incitar
la acción represiva de los medios policiales y militares que dispone el Estado para garantizar el orden público,
orden éste que se encuentra alterado por las tomas y violencia ejercidas en la
calle. Estas acciones coinciden y estamos obligados a pensar que no es por azar
o casualidad, con una feroz campaña de desinformación contra Venezuela. Primero,
con más de veinte fotografías que reflejaban hechos sobre violación de derechos
humanos fuera del país (España, Grecia, Libia, Egipto, Honduras, Chile, etc.) o
dentro de Venezuela, pero hace 10 u 11 años provocados por la Policía
Metropolitana de Caracas. Cabria preguntarse: ¿Qué motivos hay para que eso
ocurra? , si era previsible que esos montajes seria descubiertos, ¿por qué lo
hicieron de todas maneras?, ¿quién tiene el poder para que estos falsos
reportajes aparezcan el mismo día en Alemania, Inglaterra, USA, Chile,
Colombia, Canadá, España, Brasil y todos los diarios de gran circulación en el
mundo entero?. Terrible coincidencia con las falsas denuncias sobre la
existencia de “armas de destrucción masiva” en Irak que justificó la invasión
en el 2003, o los bombardeos en ciudades de Libia, ataques que fueron negados
por funcionarios de la ONU. Hasta se llegó a construir falsas plazas (la plaza
verde) en Qatar, casi un año antes de la invasión, pobladas con actores
profesionales para simular la caída de Kadafi, y, con ello, justificar también la incruenta invasión con
el amparo de los sicarios de la OTAN.
Entonces: ¿A
qué juegan los que protestan en Venezuela?, ¿quienes protestan estarán
conscientes de la existencia de estos escenarios? Las razones reivindicativas
que puedan existir han quedado sepultadas bajo la consigna de #LaSalidaYa, que
no reconoce otro límite que el desconocimiento a la Constitución y están
dirigidas a crear condiciones para una invasión que restituya los privilegios a
los oligarcas criollos y al poder económico internacional, promoviendo la
quiebra del modelo político que, desde aquí, se alienta para América Latina.
Hoy se establecen estrategias para asesinar
selectivamente en las marchas. El Presidente ha pedido la conformación de una
Comisión de la Verdad que investigue los crímenes ocurridos durante los
disturbios. El exceso policial ha sido denunciado y castigado. Hay funcionarios
destituidos y presos y ni una sola condena por parte de quienes dirigen las “protestas”
se ha hecho pública y dudo que quieran participar en el esclarecimiento de los
crímenes cometidos y condena a los asesinos. Ojalá me equivoque.
El pueblo venezolano ha rechazado las salidas de
fuerza, y sólo la vía electoral permitió la llegada a la presidencia de Hugo Chávez.
Las intentonas de golpe no han sido apoyadas por la inmensa mayoría de los
venezolanos, ya nos opusimos militantemente al golpe de abril del 2002 y no va
a ser de otra manera en esta ocasión. Aún cuando existe indeterminación por
parte de algunos actores de la oposición, la violencia exhibida y los fines
ocultos que comienzan a develarse van a terminar por desenmascarar a los
golpistas y a restarles apoyo. Incluso, de darse el supuesto negado de la
renuncia exigida no implica el acceso al poder de quienes promueven esa
renuncia.
Habrá que preguntarse a qué modelo de convivencia
apuntan quienes dirigen las llamadas “protestas” que lleva a la destrucción del
otro, a su total invisibilización al negar el derecho democrático a gobernar conforme
a los resultados electorales, resultados éstos que en su momento reconocieron
todos los organismos que acompañaron el proceso y todos los países del mundo
menos USA, con el 100% de los centros y mesas de votación auditadas y
realizados el 100% bajo sistema electrónico , con el 79,69 % de participación que ha llevado a
Jimmy Carter, ex presidente de USA, a
declarar que “el sistema electoral de Venezuela es el mejor del mundo”. Estas
“protestas” impiden el libre tránsito, que comprometen el derecho
a la vida, han inoculado de odio a la
población, intentan imponer su única
verdad y razón, fuera de cualquier otra consideración, negando el debate de
ideas y apelando a prácticas de terror contra poblaciones indefensas.
Por consiguiente, habrá que indagar entonces por un modelo de
convivencia no destructivo, que significa respeto por el otro como legítimo
otro, valorando que la armonía del vivir se hace en la convivencia, en la
aceptación del otro como distinto e igual (Humberto Maturana, El sentido de lo humano), desde el respeto mutuo en el hacer y en
la emocionalidad a la que convoca la reflexión.
Lo anteriormente expresado es válido para aquellos que
desde su derecho de ejercer libremente la protesta la asumen con la ética que
implica la responsabilidad de las consecuencias que genera ese hacer; así como
también, para quienes ejercen funciones de gobierno se impone, en concordancia
con la convocatoria reiterada que se ha hecho al diálogo, revestir el mismo de un reconocimiento al
otro, también, como legítimo otro; y
ambos, desde el respeto mutuo. Esto permitirá establecer una agenda para
encontrar las coincidencias en las leyes, en el marco formal, y el deseo de
convivir, en la emocionalidad de todos. Que nos reconozcamos en el apego a la
valoración de lo humano que somos y en el ejercicio de las responsabilidades
que se tienen en el ejercicio de nuestras acciones.
Si unimos el deseo de ser respetados al de respetar;
si insistimos el reconocer al otro como legítimo otro; en el ejercicio de la
libertad con la responsabilidad que ese ejercicio implica; si contamos con la
información que nos permita una acción reflexiva, donde nuestros actos no estén
mediados por el impulso de lo inmediato como reacción; si proponemos una mirada
que nos hable del socialismo, o de cualquier sistema alterno al capitalismo,
como un sistema fundado en la valoración de lo humano, como una conquista y no
como una amenaza; si aceptamos que existen tantas realidades como observadores
hallan de la misma y que, justamente, éstas son tan válidas como las nuestras.
Si estas y otras condiciones hacemos que ocurran, entonces estaremos dirigiendo
nuestro comportamiento y con ello nuestra conducta hacia espacios de
convivencia, superando así prejuicios y dogmas que nos alejan. En tal situación
o escenario, la inteligencia habrá servido para conducirnos a mejor puerto,
reconciliando nuestro sentir con nuestro hacer.
Por otro lado creo que debe darse un debate sobre la
práctica política dentro de la democracia participativa, el sentido que tiene y
la responsabilidad de ser mayoría. Ello no implica desconocer los derechos
políticos de otros sectores, como partes
que son de una totalidad que se representan en nuestro gobierno. Asumir, por
ejemplo, que frente al ciudadano el gobierno es uno solo, y como tal, debe
ejecutarse la gestión pública. Según afirma Norbert Bilbeny, siguiendo a Albert
Camus en Democracia para la Diversidad: “El demócrata es aquel que admite que
un adversario puede tener razón, y por lo tanto lo deja expresar, y quien
acepta reflexionar sobre sus argumentos”
Por ello, todo lo que contribuya a establecer una
comunicación respetuosa con el otro fortalece el ejercicio democrático. La
democracia no es un mecanismo de optimización del mercado capitalista como se
lo plantean los liberales, debemos convertirla en un proceso continuo y participativo
para generar justicia e igualdad dentro del pluralismo que nos caracteriza y de
cambio cultural en su práctica.
Superar la intolerancia no implica ser tolerante
simplemente, hay que sembrar la cultura de la escucha atenta y reflexiva para
aprovechar las observaciones que se nos hacen y responder desde el respeto y la
consideración de quien escucha y reflexiona. No como un impulso instintivo
generalmente de autodefensa sino desde un enfoque deliberativo que implica
siguiendo a Bilbeny “la voluntad y la
habilidad de entender al otro y entenderse con él”. Los daños que se están
produciendo a la salud mental del venezolano hay que desmontarlos, la campaña
de terror y de odio, no es poca cosa, la verbalización de nuestras emociones de
una manera agresiva lo refleja.
Llegado a este punto, estamos obligados a hacer un
aporte viable ante la situación política que vivimos actualmente, y unida a la
novedosa y clara propuesta del Presidente
Maduro de constituir una Comisión de la Verdad para esclarecer las muertes
ocurridas durante este conflicto y establecer las responsabilidades a que diera
lugar, propondría que ambos sectores expresen la voluntad de designar un
Contralor General de la Republica (cargo cuya titularidad está actualmente
vacante) por UNANIMIDAD. Hay otras propuestas pero me conformaría con esa por
el impacto que tendría en el mejoramiento de la gestión pública y la seguridad
que establecidas estos marcos referenciales se generarían dinámicas
relacionales con más sentido creador y colaborativo capaz de superar las
amenazas que hoy de nuevo se ciernen sobre la paz de la república.
Finalmente una última acotación: creo que al gobierno
le sobran aduladores de la misma forma que le sobran detractores. Siento que el
partido dejó de ser, si lo fue alguna vez, caja de resonancia de los problemas
nacionales y locales, se percibe una radical ausencia de crítica a la gestión
dando por resultado un crecimiento de los problemas que se han vistos desde
mucho antes, donde si hubo crítica no hubo respuesta a ella. La gestión transcurre
entre adulaciones y defensas coyunturales que, a mi juicio, nos han perjudicado
mucho, precisamente por no hacer críticas pertinentes o que no han sido
atendidas, vamos en defensa de toda iniciativa y ejecución del gobierno porque
siempre, real o imaginariamente, está en amenaza. Pensemos en un momento en los
recursos otorgados a las cooperativas, también de maletín, y sus resultados, la
ambivalencia de directivos partidistas y funcionarios del gobierno, o el
funcionariado con múltiples cargos burocráticos que sin duda resta eficacia a
la acción del gobierno. La participación, como contenido de la democracia, no
traspasa las barreras de notificar lo que hay que hacer.
Y llegado a este punto, convendría preguntarnos cómo
es que no hemos podido ganar el apoyo de amplios sectores de las capas medias y
de nuevos votantes que permanentemente se refugian en el mensaje de una
oposición que descaradamente se revisten con nuestro mensaje de justicia e
igualdad, mientras su conducta refleja un retroceso para la vigencia de los
derechos sociales ya conquistados.
El Presidente Maduro anunció en su campaña electoral
una lucha frontal contra la corrupción, incluso habló de facilitar mecanismos
para la denuncia, hecho que no se ha cumplido y recientemente el Presidente de
la Asamblea Nacional pide que le muestren la lista de los que se denuncian por
haber defraudado a CADIVI, cuestión que tiene ribetes de ironía si se conoce la
capacidad de tener acceso a la información oficial de que dispone el compañero
Presidente de La Asamblea Nacional quien, a sus vez, es Vice-Presidente del
P.S.U.V. ¿Será que no tiene contactos con el Ministro Giordani, quien hizo las
denuncias en su momento, o no tiene acceso a esas oficinas? Hasta José Vicente
Rangel, acucioso siempre él, perdió la amistad con un personaje que le daba
información sobre hechos de corrupción y los que sólo servimos de testigos
electorales toda la vida, nos quedamos con las ganas de ver materializada esa
lucha sobre un mal que no ha desaparecido y que hoy como ayer, reduce nuestra
calidad de vida y limita la posibilidad de seguir creciendo para conquistar
estadios de desarrollo humano mayores. Han habido serias denuncias, incluso de
altos funcionarios del gobierno o de sectores amigos, que no han concluido en
nada o en muy poco. Lo grave no solo es la defraudación contra el patrimonio
nacional sino que, sin superar estas limitaciones,
no podríamos asumir tareas como la nacionalización de la banca, la concreción del
sistema nacional de salud pública, el desarrollo de una educación de calidad a
todos los niveles y demás acciones que respondan a lo que constitucionalmente
nos dimos.
Con la
seguridad de que superaremos esta situación de golpe que vivimos, el objetivo
inmediato debe ser en ponernos al día con el propósito enunciado de las erres
lineales y las erres al cuadrado antes de enunciar las necesarias erres cúbicas
o asumir como erres al cubo el cumplimiento de los enunciados de revisión, rectificación, reimpulso, reunificación, repolarización y
repolitización . Se impone
un examen a fondo de nuestras políticas y del desempeño de todos los altos
funcionarios del gobierno para facilitarle este proceso al Presidente Nicolás Maduro
una vez superada la situación actual, todo el funcionariado con rango de
Ministro, incluyendo al Vicepresidente Ejecutivo, deben presentar su renuncia.
Cubrirse detrás del fracasado intento del golpe promovido por la extrema
derecha sería una irresponsabilidad y los costos políticos a largo plazo
podrían ser mucho mayores, por lo que se debe aprovechar esta oportunidad para
renovar y fortalecer en la acción de gobierno, sobre todo porque las
circunstancias históricas y políticas así lo exigen.
Queremos ser enfáticos con el Profesor Humberto Maturana (Biología del fenómeno social) cuando
dice abriéndolo espacios a la condición humana que:
“…la armonía social no
surge de la búsqueda de lo perfecto a que
invitan todas las enajenaciones ideológicas, sino de estar dispuesto a
reconocer que toda negación, accidental o intencional, particular
o institucional, del ser humano como lo central del fenómeno social
humano,
es un error ético que puede ser
corregido sólo si se le quiere corregir”.
* Profesor Universitario de
la Universidad del Zulia.
Subdirector
del blog: www.maracaibosolidaria.blogspot.com
@munozromar
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