viernes, 28 de febrero de 2014

LaSalidaYa: Una tesis fallida, y otras consideraciones

LaSalidaYa: Una tesis fallida, y otras consideraciones
Por Omar Muñoz Ramírez*


“La inteligencia fracasa cuando es incapaz de ajustarse a la realidad, de comprender lo que pasa o lo que nos pasa, de solucionar los problemas afectivos o sociales o políticos; cuando se equivoca sistemáticamente emprenden metas disparatadas, o se empeña en usar medios ineficaces; cuando desaprovecha las ocasiones, cuando decide amargarse la vida; cuando se  despeña por la crueldad o la violencia”.

José Antonio Marina, en La inteligencia fracasada.
 

De la cita escogida hay un par de términos claves para abordar la misma y asumirla en toda su extensión. Es el llamado a centrarnos en la inteligencia  con que actuamos y en la realidad que pretendemos interpretar, entendiendo que existen distintos planos para aproximarnos a una realidad determinada, tantos que sólo podríamos hablar de una realidad cuando exigimos su validación a partir de la específica experiencia vivencial, académica, teórica o especulativa de quien lo exige. También partimos de la condición humana del ser inteligente y la posibilidad  que el ejercicio de la misma conlleve a lograr los objetivos propuestos, si aceptamos con el profesor Marina que dice: “Llamo inteligencia  a la capacidad de un sujeto para dirigir su comportamiento, utilizando la  información captada, aprendida, elaborada y producida por sí mismo”. Mientras que para Humberto Maturana la Inteligencia es “la plasticidad conductual en un mundo cambiante”. 
  Se trata, entonces, de validar el comportamiento que asumimos a partir de la calidad y    confiabilidad de la información que manejo frente a la percepción de los cambios de   nuestro mundo  que gatillan nuestra conducta.
Veamos un poco más detenidamente estas aseveraciones, en el marco de lo que actualmente sucede en Venezuela. De una manera precisa, quiero compartir mi visión de lo que aquí sucede en el entendido que lo hago atendiendo a mi carga emocional, desde donde razono, así como desde el conjunto de teorías y visiones que me he formado a partir de mi vivencia académica y personal.
En este sentido, estoy convencido que existen motivos para protestar. La protesta, como tal, ha sido una práctica que los universitarios en particular hemos ejercido en algún momento. Nuestras protestas siempre han tenido fines reivindicativos o políticos claros, transparentes e, incluso, invocábamos el respaldo de la opinión pública contra una ley en particular, por más presupuesto o por mejoras salariales. Hoy en la “protesta” hay ausencia total de consignas reivindicativas. Sin embargo y a pesar de ello,  existe una agenda de exigencias que debe ser atendida y donde no se perciben interlocutores entre el gobierno y la sociedad en general. Seguramente, podrán ser atendidas para bien de todos: eficiencia en la gestión pública, garantía de la seguridad de las personas y los bienes, planes y acciones contundentes contra la corrupción, garantías de expresión plural en los medios públicos, seguridad alimentaria, mayores resultados contra la inflación vía el estímulo a la producción interna, participación plural en los órganos de control, etc, son temas que podrían estar en una agenda compartida, desde la Asamblea Nacional y en grupos de trabajo, al final del día ganaría la sociedad en general y mejoraría la capacidad de gestión del gobierno.
 Cuando hoy se invoca la salida del Presidente como única razón de la “protesta” no sólo se ponen de lado problemas enunciados y otros que seguramente existen, sino que se transgreden las normas constitucionales que de manera democrática nos hemos dado. Bien sabemos que la Constitución sirve de marco general que pauta la convivencia entre los habitantes de un país, y muy especialmente, la nuestra por ser producto de una amplia participación de todos. En consecuencia, al querer desconocer el marco constitucional para alcanzar los fines políticos que persiguen, se provoca mediante la acción foquista el ejercicio del terror para incitar la acción represiva de los medios policiales y militares  que  dispone el Estado para garantizar el orden público, orden éste que se encuentra alterado por las tomas y violencia ejercidas en la calle. Estas acciones coinciden y estamos obligados a pensar que no es por azar o casualidad, con una feroz campaña de desinformación contra Venezuela. Primero, con más de veinte fotografías que reflejaban hechos sobre violación de derechos humanos fuera del país (España, Grecia, Libia, Egipto, Honduras, Chile, etc.) o dentro de Venezuela, pero hace 10 u 11 años provocados por la Policía Metropolitana de Caracas. Cabria preguntarse: ¿Qué motivos hay para que eso ocurra? , si era previsible que esos montajes seria descubiertos, ¿por qué lo hicieron de todas maneras?, ¿quién tiene el poder para que estos falsos reportajes aparezcan el mismo día en Alemania, Inglaterra, USA, Chile, Colombia, Canadá, España, Brasil y todos los diarios de gran circulación en el mundo entero?. Terrible coincidencia con las falsas denuncias sobre la existencia de “armas de destrucción masiva” en Irak que justificó la invasión en el 2003, o los bombardeos en ciudades de Libia, ataques que fueron negados por funcionarios de la ONU. Hasta se llegó a construir falsas plazas (la plaza verde) en Qatar, casi un año antes de la invasión, pobladas con actores profesionales para simular la caída de Kadafi, y, con ello,  justificar también la incruenta invasión con el amparo de los sicarios de la OTAN. 
 Entonces: ¿A qué juegan los que protestan en Venezuela?, ¿quienes protestan estarán conscientes de la existencia de estos escenarios? Las razones reivindicativas que puedan existir han quedado sepultadas bajo la consigna de #LaSalidaYa, que no reconoce otro límite que el desconocimiento a la Constitución y están dirigidas a crear condiciones para una invasión que restituya los privilegios a los oligarcas criollos y al poder económico internacional, promoviendo la quiebra del modelo político que, desde aquí, se alienta para América Latina. 
Hoy se establecen estrategias para asesinar selectivamente en las marchas. El Presidente ha pedido la conformación de una Comisión de la Verdad que investigue los crímenes ocurridos durante los disturbios. El exceso policial ha sido denunciado y castigado. Hay funcionarios destituidos y presos y ni una sola condena por parte de quienes dirigen las “protestas” se ha hecho pública y dudo que quieran participar en el esclarecimiento de los crímenes cometidos y condena a los asesinos. Ojalá me equivoque.
El pueblo venezolano ha rechazado las salidas de fuerza, y sólo la vía electoral permitió la llegada a la presidencia de Hugo Chávez. Las intentonas de golpe no han sido apoyadas por la inmensa mayoría de los venezolanos, ya nos opusimos militantemente al golpe de abril del 2002 y no va a ser de otra manera en esta ocasión. Aún cuando existe indeterminación por parte de algunos actores de la oposición, la violencia exhibida y los fines ocultos que comienzan a develarse van a terminar por desenmascarar a los golpistas y a restarles apoyo. Incluso, de darse el supuesto negado de la renuncia exigida no implica el acceso al poder de quienes promueven esa renuncia. 
Habrá que preguntarse a qué modelo de convivencia apuntan quienes dirigen las llamadas “protestas” que lleva a la destrucción del otro, a su total invisibilización al negar el derecho democrático a gobernar conforme a los resultados electorales, resultados éstos que en su momento reconocieron todos los organismos que acompañaron el proceso y todos los países del mundo menos USA, con el 100% de los centros y mesas de votación auditadas y realizados el  100%  bajo sistema electrónico , con  el 79,69 % de participación que ha llevado a Jimmy Carter, ex presidente  de USA, a declarar que “el sistema electoral de Venezuela es el mejor del mundo”. Estas “protestas”  impiden  el libre tránsito, que comprometen el derecho a la vida,  han inoculado de odio a la población,  intentan imponer su única verdad y razón, fuera de cualquier otra consideración, negando el debate de ideas y apelando a prácticas de terror contra poblaciones indefensas.
Por consiguiente,  habrá que indagar entonces por un modelo de convivencia no destructivo, que significa respeto por el otro como legítimo otro, valorando que la armonía del vivir se hace en la convivencia, en la aceptación del otro como distinto e igual  (Humberto Maturana, El sentido de lo humano), desde el respeto mutuo en el hacer y en la emocionalidad a la que convoca la reflexión.
Lo anteriormente expresado es válido para aquellos que desde su derecho de ejercer libremente la protesta la asumen con la ética que implica la responsabilidad de las consecuencias que genera ese hacer; así como también, para quienes ejercen funciones de gobierno se impone, en concordancia con la convocatoria reiterada que se ha hecho al diálogo,  revestir el mismo de un reconocimiento al otro, también, como legítimo otro;  y ambos, desde el respeto mutuo. Esto permitirá establecer una agenda para encontrar las coincidencias en las leyes, en el marco formal, y el deseo de convivir, en la emocionalidad de todos. Que nos reconozcamos en el apego a la valoración de lo humano que somos y en el ejercicio de las responsabilidades que se tienen en el ejercicio de nuestras acciones.
Si unimos el deseo de ser respetados al de respetar; si insistimos el reconocer al otro como legítimo otro; en el ejercicio de la libertad con la responsabilidad que ese ejercicio implica; si contamos con la información que nos permita una acción reflexiva, donde nuestros actos no estén mediados por el impulso de lo inmediato como reacción; si proponemos una mirada que nos hable del socialismo, o de cualquier sistema alterno al capitalismo, como un sistema fundado en la valoración de lo humano, como una conquista y no como una amenaza; si aceptamos que existen tantas realidades como observadores hallan de la misma y que, justamente, éstas son tan válidas como las nuestras. Si estas y otras condiciones hacemos que ocurran, entonces estaremos dirigiendo nuestro comportamiento y con ello nuestra conducta hacia espacios de convivencia, superando así prejuicios y dogmas que nos alejan. En tal situación o escenario, la inteligencia habrá servido para conducirnos a mejor puerto, reconciliando nuestro sentir con nuestro hacer.
Por otro lado creo que debe darse un debate sobre la práctica política dentro de la democracia participativa, el sentido que tiene y la responsabilidad de ser mayoría. Ello no implica desconocer los derechos políticos de otros sectores,  como partes que son de una totalidad que se representan en nuestro gobierno. Asumir, por ejemplo, que frente al ciudadano el gobierno es uno solo, y como tal, debe ejecutarse la gestión pública. Según afirma Norbert Bilbeny, siguiendo a Albert Camus en Democracia para la Diversidad: “El demócrata es aquel que admite que un adversario puede tener razón, y por lo tanto lo deja expresar, y quien acepta reflexionar sobre sus argumentos”
Por ello, todo lo que contribuya a establecer una comunicación respetuosa con el otro fortalece el ejercicio democrático. La democracia no es un mecanismo de optimización del mercado capitalista como se lo plantean los liberales, debemos convertirla en un proceso continuo y participativo para generar justicia e igualdad dentro del pluralismo que nos caracteriza y de cambio cultural en su práctica. 
Superar la intolerancia no implica ser tolerante simplemente, hay que sembrar la cultura de la escucha atenta y reflexiva para aprovechar las observaciones que se nos hacen y responder desde el respeto y la consideración de quien escucha y reflexiona. No como un impulso instintivo generalmente de autodefensa sino desde un enfoque deliberativo que implica siguiendo a Bilbeny  “la voluntad y la habilidad de entender al otro y entenderse con él”. Los daños que se están produciendo a la salud mental del venezolano hay que desmontarlos, la campaña de terror y de odio, no es poca cosa, la verbalización de nuestras emociones de una manera agresiva lo refleja. 
Llegado a este punto, estamos obligados a hacer un aporte viable ante la situación política que vivimos actualmente, y unida a la novedosa y clara  propuesta del Presidente Maduro de constituir una Comisión de la Verdad para esclarecer las muertes ocurridas durante este conflicto y establecer las responsabilidades a que diera lugar, propondría que ambos sectores expresen la voluntad de designar un Contralor General de la Republica (cargo cuya titularidad está actualmente vacante) por UNANIMIDAD. Hay otras propuestas pero me conformaría con esa por el impacto que tendría en el mejoramiento de la gestión pública y la seguridad que establecidas estos marcos referenciales se generarían dinámicas relacionales con más sentido creador y colaborativo capaz de superar las amenazas que hoy de nuevo se ciernen sobre la paz de la república.
Finalmente una última acotación: creo que al gobierno le sobran aduladores de la misma forma que le sobran detractores. Siento que el partido dejó de ser, si lo fue alguna vez, caja de resonancia de los problemas nacionales y locales, se percibe una radical ausencia de crítica a la gestión dando por resultado un crecimiento de los problemas que se han vistos desde mucho antes, donde si hubo crítica no hubo respuesta a ella. La gestión transcurre entre adulaciones y defensas coyunturales que, a mi juicio, nos han perjudicado mucho, precisamente por no hacer críticas pertinentes o que no han sido atendidas, vamos en defensa de toda iniciativa y ejecución del gobierno porque siempre, real o imaginariamente, está en amenaza. Pensemos en un momento en los recursos otorgados a las cooperativas, también de maletín, y sus resultados, la ambivalencia de directivos partidistas y funcionarios del gobierno, o el funcionariado con múltiples cargos burocráticos que sin duda resta eficacia a la acción del gobierno. La participación, como contenido de la democracia, no traspasa las barreras de notificar lo que hay que hacer. 
Y llegado a este punto, convendría preguntarnos cómo es que no hemos podido ganar el apoyo de amplios sectores de las capas medias y de nuevos votantes que permanentemente se refugian en el mensaje de una oposición que descaradamente se revisten con nuestro mensaje de justicia e igualdad, mientras su conducta refleja un retroceso para la vigencia de los derechos sociales ya conquistados.
El Presidente Maduro anunció en su campaña electoral una lucha frontal contra la corrupción, incluso habló de facilitar mecanismos para la denuncia, hecho que no se ha cumplido y recientemente el Presidente de la Asamblea Nacional pide que le muestren la lista de los que se denuncian por haber defraudado a CADIVI, cuestión que tiene ribetes de ironía si se conoce la capacidad de tener acceso a la información oficial de que dispone el compañero Presidente de La Asamblea Nacional quien, a sus vez, es Vice-Presidente del P.S.U.V. ¿Será que no tiene contactos con el Ministro Giordani, quien hizo las denuncias en su momento, o no tiene acceso a esas oficinas? Hasta José Vicente Rangel, acucioso siempre él, perdió la amistad con un personaje que le daba información sobre hechos de corrupción y los que sólo servimos de testigos electorales toda la vida, nos quedamos con las ganas de ver materializada esa lucha sobre un mal que no ha desaparecido y que hoy como ayer, reduce nuestra calidad de vida y limita la posibilidad de seguir creciendo para conquistar estadios de desarrollo humano mayores. Han habido serias denuncias, incluso de altos funcionarios del gobierno o de sectores amigos, que no han concluido en nada o en muy poco. Lo grave no solo es la defraudación contra el patrimonio nacional  sino que, sin superar estas limitaciones, no podríamos asumir tareas como la nacionalización de la banca, la concreción del sistema nacional de salud pública, el desarrollo de una educación de calidad a todos los niveles y demás acciones que respondan a lo que constitucionalmente nos dimos.
 Con la seguridad de que superaremos esta situación de golpe que vivimos, el objetivo inmediato debe ser en ponernos al día con el propósito enunciado de las erres lineales y las erres al cuadrado antes de enunciar las necesarias erres cúbicas o asumir como erres al cubo el cumplimiento de los enunciados de revisión, rectificación, reimpulso, reunificación, repolarización y repolitización . Se impone un examen a fondo de nuestras políticas y del desempeño de todos los altos funcionarios del gobierno para facilitarle este proceso al Presidente Nicolás Maduro una vez superada la situación actual, todo el funcionariado con rango de Ministro, incluyendo al Vicepresidente Ejecutivo, deben presentar su renuncia. Cubrirse detrás del fracasado intento del golpe promovido por la extrema derecha sería una irresponsabilidad y los costos políticos a largo plazo podrían ser mucho mayores, por lo que se debe aprovechar esta oportunidad para renovar y fortalecer en la acción de gobierno, sobre todo porque las circunstancias históricas y políticas así lo exigen.
Queremos ser enfáticos con el Profesor Humberto Maturana (Biología del fenómeno social) cuando dice abriéndolo espacios a la condición humana que:
“…la armonía social no surge de la búsqueda de lo perfecto a que
invitan todas las enajenaciones ideológicas, sino de estar dispuesto a
reconocer que toda negación, accidental o intencional, particular
o institucional, del ser humano como lo central del fenómeno social humano,
 es un error ético que puede ser corregido sólo si se le quiere corregir”.
* Profesor Universitario de la Universidad del Zulia.

Subdirector del blog:  www.maracaibosolidaria.blogspot.com


@munozromar

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